El auge de las redes sociales tiene un sinfín de ventajas, como también de desventajas. Desde mantenernos en contacto con conocidos, sin importar la distancia, hasta opinar y compartir información sobre cualquier tema. Solo basta con abrir un buscador y preguntar. Lejos de eso, cuando María Fernanda Rossi ingresó a este mundo solo lo hizo para tener un registro de su sobrepeso. Pero rápidamente su fanpage dejó de ser un espacio personal para convertirse en un colectivo diario virtual.
Fernanda es periodista, y twittera como también se define ella. Tiene 40 años y vive en el sur de nuestro país, más precisamente en Río Grande, Tierra del Fuego. Hace un año atrás sintió que era el momento para combatir sus kilos demás: “Esta vez sí voy a hacer dieta, si voy a bajar de peso”. “Cosa que después no ocurrió”, bromea. Entonces, surgió “La Bitácora de la Gorda” en pos de lograr un compromiso que la lleve a resultados positivos.
“No me resultó”, dice Fernanda mientras su voz recorre cientos de kilómetros en una comunicación telefónica. “Pero me sirvió para otras cosas”, agrega. A medida que los posts se actualizaban en la fanpage, aumentaban las respuestas de sus seguidores, la mayoría mujeres. Desde el anonimato, se enteró que varias de las situaciones que compartía -y a que ella le parecían únicas- también le pasaban a un montón de chicas más.
Antes de continuar, aclara que no es nutricionista. Aunque en su blog publique recetas o tips, aconseja que si se quiere modificar la alimentación lo mejor es consultarle a un médico. Sin embargo, detrás de la Bitácora de la Gorda, pregona un lema: relajarse. Ya que por ahí “no necesariamente va a ser la dieta lo que te haga feliz”.
La repercusión del blog era cada vez más grande, pero nadie sabía quién era la persona con quien lograban identificarse. Fernanda que había iniciado escribiendo para ella misma, se encontró haciéndolo para cientos y destaca que le sirvió para seguir su propio consejo, dejar de exigirse y demandarse. En vez de plantearse bajar un kilo por semana para compartirlo en el blog, se desafiaba con otras cuestiones que le costaban, como tomar un litro de agua. “La página empezó a funcionar de otra manera para mí también, porque me terminaba exigiendo no solamente por la dieta sino por el público”, agrega.
Este verano un episodio la llenó de valentía: mientras se medía una camisa larga dentro de un probador, la vendedora del local le dijo ‘mira, fíjate que no es para todas una prenda así’. Se resistía -dice la también twittera- a que una persona de su estatura se pueda poner una prenda de su negocio. Entonces, pensó que si ella aconsejaba amarse tal y como uno es y a sentirse cómodos con el cuerpo no mostrarse era una hipocresía. “Fue así como decidí salir de la clandestinidad”, relata.
En su ciudad, Fernanda pasa sus tardes trabajando en un radio y también escribe en dos diarios. “Soy, entre comillas, una periodista seria”. Por eso, confiesa que no quería que supieran que ella escribía en dicha fanpage, pero un día con un post decidió revelar su identidad. Una lluvia de buenos comentarios inundó sus redes sociales, lo que la llenó de seguridad para poder seguir transmitiendo sus sensaciones y apoyar a sus seguidores.
La Bitácora de la Gorda transmite empatía en cada publicación. Cada nuevo post habla del sobrepeso de una manera clara y con una cuota de humor. “Es justamente para desdramatizar”, describe su autora. El tema no es una cosa menor, conlleva problemas de talles, alimenticios y de discriminación, “pero si lo tomas como un drama, te volves loca a los diez minutos”. Además, insiste en que le gusta sumarle un tono anecdótico a sus textos, así su público se refleja, no se siente solo y puede compartir las cosas que le pasan.
El sobrepeso, los talles y la discriminación es un tema que acomplejiza a gran parte de la sociedad. Fernanda cuenta que, a pesar de no ser una persona obesa, le cuesta conseguir talles, “es como encontrar un oasis en el desierto”. La mayoría están trastocados y agravan la situación, “imagínate una mujer que usa talle 60”. “Te hace sentir horrible, pésimo, es un golpe a la boca del estómago que provoca que te sigas retrayendo, teniendo vergüenza de vos y tu cuerpo”, dice quien está en una etapa de su vida a la cual ya no le afecta tanto, pero sostiene que quizás a una adolescente le pese y mucho.
A pesar de tener días en los que se mire al espejo y quiera ver una imagen con 20 kilos menos, la Bitácora de la Gorda le sirvió para lograr muchas cosas de las que pregona a nivel personal. Se siente mucho más tranquila y rompió con una barrera que tenía autoimpuesta, la de la estética. “Nunca pensamos el sobrepeso en función de la salud, al igual que cuando te lo marca el resto”, describe y añade: “Les incomoda ver una gorda que está contenta en pantalón de jeans y campera de cuero”.
Hoy ayuda a muchas personas que atraviesan por lo mismo. “No le voy a cambiar la vida, pero por lo menos una tarde”, reflexiona sobre sus publicaciones antes de culminar. A su vez, escribe intentando “poner un granito de arena” sobre la cuestión desde su profesión: el periodismo.
Nota publicada en rosarionuestro.com