El aroma a café, la suavidad de un par de medialunas y el burbujeo de un trago de soda. Hay sensaciones que todavía no atraviesan las pantallas: a pesar de los avances, el lente de una cámara no logra capturar olores, sabores ni texturas. Sin embargo, hay una generación que afronta el desafío entre caracteres y píxeles para tentar con sus reseñas gastronómicas a los internautas. Meli Vignolo, creadora de Sobre las papas la mesa, es parte de la tendencia. A través de un intercambio de audios por WhatsApp, compartió detalles de la aventura con Doble A.
Sobre las papas la mesa es un blog de comida que surgió bajo la premisa “me gusta comer y sacar fotos”. Tal como indica la biografía de su perfil de Instagram. Anteriormente, Meli solía ir a bares, restaurantes o heladerías y, como buena aficionada, retrataba el plato debido a su presentación. “Subía las imágenes a mi cuenta personal”, afirma hasta que surgió la necesidad de segmentar y generar un espacio dedicado a cada manjar. Por otra parte, sitúa un “boom de la gastronomía” en Rosario a fines de 2018 y principios de 2019. “Así lo percibí, y empecé a encontrar gente del ambiente que era súper talentosa”, explica para indicar otro propósito: “El deseo de dar a conocer”.
La bloguera comparte sugerencias diariamente con alrededor de 5.000 seguidores. Durante el proceso, aplica criterios -directa o indirectamente- que están atravesados por la subjetividad. El primer filtro es “si me gustó” el plato, indica de forma concisa. Después, la atención. “Capaz se equivocaron en un pedido, pero te piden disculpas”, ejemplifica y resalta: “Es fundamental”. Por último, el precio que “a veces es un poco difícil por la situación del país” debido a que “pueden cambiar en cualquier momento”. No obstante, es el dato “más” solicitado por los usuarios. En ocasiones, también agrega la decoración.
Sobre las papas la mesa tiene una relación ambigua con la presión a la hora de reseñar. Desde el lado externo, no es una necesidad que la recomendación guste o no a un usuario, ya que Meli insiste en la presencia de la subjetividad. Desde el lado interno, si hay una exigencia sobre la calidad de las fotos en cuánto a luz, sombras, colores y otros parámetros. “Trato de retocar lo menos posible”, advierte. Y aquí se manifiesta el desafío de transmitir una escena que tiene como protagonista a la comida que “entra más por otro sentido que no es tanto la vista, sino el gusto”.
Entonces, la “autopresión” de la instagrammer reside en la captura del plato a través de un celular. “Trato de que las imágenes causen ganas de ir a comer y ganas de probar cosas nuevas”, justifica y señala que también empezó a publicar videos en el último tiempo para compartir las texturas de los alimentos. Otra característica “difícil” de replicar mediante una pantalla. “Igualmente no descarto que en algún momento sienta la presión del qué dirán, pero ahora está bastante calmada”, retoma.
En un bar, en un restaurante y hasta en su casa, a veces sola y otras acompañada, Meli intenta atrapar la esencia de una comida en una red social para disfrutar en comunidad. Antes de culminar, revela que “las ganas de comer se reprimen” hasta que el obturador de la cámara obtenga una buena toma. “Cuando estoy con alguien, ya sabe que no puede tocar la comida hasta que yo diga”, comenta aunque detalla que sus allegados “están bastante acostumbrados”. Además, la compañía sirve para “humanizar” cada instantánea. “Por ahí cuesta porque el plato es tentador, pero hay prioridades asique las respeto”, insinúa con humor en los últimos segundos de un audio de WhatsApp.